Este concepto, todavía poco conocido pero muy utilizado entre los paisajistas, es una de las muchas estrategias de la red europea de infraestructura verde, implementada por la Comisión Europea, y constituye un factor clave en toda política de ordenación territorial para 2020. Esta importancia se debe a que los sistemas de drenaje natural son sostenibles, inteligentes y económicos. Permiten el reaprovechamiento del agua y una gestión responsable de los recursos hídricos, a la vez que mejoran los ecosistemas y la biodiversidad tanto en un entorno urbano como rural.